Errante. Colash 2010 Shihab G
Todo simula que
se estará en una dimensión de lo cinematográfico, debería decirlo de otro modo,
decir que es de otras maneras de acoger lo que queda en la mirada del otro, la escucha en la mirada,
la espacialidad de lo otro dejado y retomado en el lance de escrituras y textos
expuestos y contrapunteándose unos a otros al momento de hacerse visibles, leíbles,
recibidos en el lenguaje del otro, desde su mirada o su escucha, de lo que
involucra la una en la otra y también lo que las distancia, del otro ver, del
verse, del ser visto, del ser raptado en la mirada, del ser rehén en el ojo
fílmico que captura y se lleva el instante, lo reproduce en una fidelidad tal
que, luz y materia se diluyen en la luminosidad inasible del plasma que
sostiene la obra, la película, el film y su movimiento.
Debería decirlo casi a la manera de un alquimista barroco,
decirlo en la complejidad simple de lo indecible, pero no, las imágenes que
ahora se mueven en esta escena –desde el texto y desde la imagen en movimiento
que se proyectan acompañando este texto, estas imágenes crean y mueven otra
posible escucha en la lectura a seguir, lectura claro esta, que no deja de ser
como la invitación a entrar en salas oscuras, en un juego de fantasmas en salas
oscuras, salvo que las palabras y las miradas hablan, juegan en la lengua
diluyéndose entre espacios.
Como si cada
hoja fuera una manera de hacer cine, jugar con fantasmas, entre fantasmas,
entre modos y claves para hacer de la escena imaginaria/imaginada una entre
otras, entre el espectro de una escritura que excede el peso de lo expuesto y
el velo fílmico en el cual se intenta contarla con el vuelo de la escritura y
las palabras en derredor de la cabeza, escritura de la cual salen y asaltan
imágenes, letras y lecturas que de una a otra orilla, de uno a otro lector, de
uno a otro cuerpo, de una zona de sueño a una región en sueños teje su
farmacia.
Escritura
fílmica, excritura que se dirige al que aquí nos acoge entre vocablos, se
proyecta en él y le entrega a las imágenes que entre niebla y tierra se
producen; como si la pantalla telúrica de la tierra hiciera amistad con el
canto neblinoso del hombre que viaja entre cielo y tierra, como si este
movimiento de la escritura en el cine, de la cinematografía hiciera una alianza entre el amigo que se deja filmar entre
palabras y las palabras que lo desdoblan infinitamente
(fragmento de Simi: Lenguas del otro en Imagenes) 2010